Se trata de la tecnología de aplicación selectiva de PTx Trimble que D&E distribuye en exclusiva en la Argentina. El especialista Luis Robles Terán cuenta cómo, de norte a sur del país, mejora el manejo y aumenta la productividad.
Hace tiempo que las malezas se instalaron como un problema central de la agricultura argentina. Y lejos de desaparecer, se acrecienta a medida que pasa el tiempo. Por eso, resultan clave las tecnologías que se constituyen en una herramienta útil para combatirlas y ganarles la batalla, como el Weedseeker 2.
Se trata de una tecnología que se instala sobre las pulverizadoras y permite hacer aplicación dirigida sobre las malezas, sin necesidad de aplicar el lote completo. Fue desarrollada por Trimble (ahora PTx Trimble) y en la Argentina es comercializada en exclusiva por D&E.
Luis Robles Terán es especialista en aplicación selectiva y tiene una amplia experiencia trabajando con productores en distintas regiones del país, por lo cual es la persona ideal para hacer un primer resumen de algunos de los aportes que genera esta tecnología.
Robles Terán arranca contando un caso del que fue testigo, de una empresa perteneciente al CREA Guayacán, en Chaco, que tenía un campo en la localidad de Gancedo, en esa provincia.
“Allí había una presencia muy alta de sorgo de Alepo y tenían barbechos muy largos, que iban de abril a enero a veces, porque la sequía impedía sembrar antes el maíz. Era una cancha despejada para el crecimiento de las malezas”, recuerda.
Pero el ingeniero agrega que las malezas son competitivas si se les saca la vista de encima. Y para que eso no suceda hay que tener un plan de trabajo, que no debe referirse a solo un año, dice.
“Yo había visto un adelanto del Weedseeker en un congreso CREA unos años antes y me parecía realmente algo del futuro. Cuando me convertí en asesor del grupo, en 2014, empecé a ver cómo lo podía implementar y lo pudimos hacer”, explica Robles Terán.
“Junto con esta herramienta y como parte del plan, fuimos rotando productos e ingredientes activos, para hacer un manejo sustentable. Y la verdad es que se lograron excelentes resultados, porque todavía, a pesar de los años, no hay allí sorgo de Alepo resistente a graminicida, por ejemplo”, relata.
Los números también hablan del éxito del combo: antes se gastaba 170 US$/ha para manejar esa problemática, pero lo bajaron a 120 US$/ha.
“El ahorro de producto es claro y un beneficio directo, pero pocos ven lo que hay que ver sí o sí: que ese lote también rinde muchos más kilos de soja y de maíz”, agrega.
En definitiva, se mejoró la gestión de malezas, con un ahorro que en cada situación depende de los precios de los productos, pero también aumentó la productividad del campo.
Robles Terán cuenta otro caso, también en Chaco, ya que el norte del país es un lugar en el que impacta fuerte la problemática de las malezas. Esta vez se trata de uno en la zona de Pampa del Infierno, en el oeste de la provincia.
Allí, relata un caso que permitió afinar el criterio sobre lo que es un lote limpio: con Weedseeker queda perfecto, mientras que, con la aplicación total, queda más o menos.
“Eso se logra gastando mejor, y solo lo necesario”, dice Robles Terán. “Se puede tener un lote realmente libre de malezas, y no uno en el que se tapa el problema y se patea para el año siguiente”, agrega.
En ese sentido, el especialista dice que comparar cuántos dólares se ahorra con un sistema o con otro no es el camino correcto para el análisis, porque se estarán comparando peras con manzanas.
“Lo que hay que ver -sostiene- es si el sistema logra realmente erradicar las malezas. Porque una cosa es erradicar, otra es mantener el problema a raya y otra es hacer intervenciones eventuales una o dos veces al año”.
Pero el aporte del Weedseeker no se limita al Norte, ni mucho menos. Por eso, el especialista cuenta el caso que sucedió en un campo en la zona de Tío Pujio, cerca de Villa María, en Córdoba, que permitió también aprendizajes interesantes.
“Allí habían arrancado con la tecnología pero no estaban obteniendo los resultados esperados. Entonces, comenzamos a trabajar para analizar cómo la estaban utilizando”, recuerda Robles Terán.
El ingeniero sostiene que hay diferentes etapas en el aprendizaje de cualquier tecnología y que, en ese camino, resulta muy importante no frustrarse ante los errores, porque con el tiempo los resultados van mejorando.
En este caso, el problema principal era qué factor determinaba el momento en que se hacía la aplicación: la decisión se tomaba de acuerdo a la duración de los barbechos, que allí eran largos, y no en función del estado de las malezas que debían controlarse.
“La biología de las malezas es la que define cuándo usar la tecnología, para obtener todos sus beneficios, y no la duración de los barbechos. Si el lote tiene 20% o 30% de malezas, es el momento ideal para entrar con el Weedseeker”, afirma Robles Terán.
El ingeniero sostiene que luego de casi tres décadas de siembra directa en la Argentina, muchos están acostumbrados a que todos los procesos sean fáciles y repetitivos. Pero agrega que, quien entiende que eso no puede seguir siendo así, obtiene claros beneficios.
“Problemática es la maleza cuyo control cuesta 20 US$/ha más que una no problemática. Y si, encima, hay que aplicar todo el lote, la ecuación empeora. Por el contrario, si solo tengo que aplicar en 20% o 30% del lote, la tecnología se paga mucho más rápido”, reflexiona el experto.
Estas situaciones -agrega- muestran que hay casos en los cuales el repago es más rápido en la zona centro o sur del país que en el norte.
“En este caso de Tío Pujio, en dos meses el productor cambió por completo su percepción de la tecnología, porque la estaba usando de una manera incorrecta. Queda claro que el aprendizaje es más rápido cuando se hace con un buen asesoramiento”, consideró.
“Algunos podían pensar que no había cabida allí para una tecnología como la del Weedseeker”, reflexionó el ingeniero.
Pero dice que esa experiencia demostró que no solo es útil cuando hay claras ventanas de trabajo, sino, y quizás sobre todo, cuando las malezas son realmente problemáticas, como sucedía en ese caso.
Así, con las malezas manejadas a tiempo, y en el espacio físico específico donde estaba el problema, el ahorro resultó muy claro. Además, como en el resto de los casos, aportó un fuerte impulso a la productividad por hectárea. ©